top of page
Buscar
Foto del escritorrosydeprado

Entrenamiento para domesticar dragones

Actualizado: 7 sept 2023


Estando el Jaén, Andalucía, tuve ocasión de visitar un castillo de la edad media. Recorrí sus habitaciones y de pronto, curioseando en los arcones encontré un escrito extraño, probablemente de alguno de los señores del castillo:

En mi castillo habita un dragón de tres cabezas que ya no soporto más, que no desaparece, que crece cada día más y me hace sentir miserable. No puedo vivir pretendiendo que no existe porque me hace daño y siento ese daño por dentro, me está devorando y cualquier día me dejará sin poder volar más, anclado tal vez a una cama o a un bastón o a un aparato cada tercer día..

No sé porque apareció sí siempre he hecho las cosas bien. ¿Por qué tuvo que alojarse en mí castillo?. Me hace sentir tan débil porque su gran poder me paraliza, parece como que está en mí, dentro de mí , es parte de mi propio cuerpo, es mi propio cuerpo que quiere destruirse, que no quiere vivir y que convence a mi alma a albergar tristeza, enojo y ansiedad que temo pueda irla marchitando hasta desvanecerse…

No quiero decir en alto mis sueños, porque el dragón puede escucharlos y atacarme para que no los realice…no quiero soñar, no quiero ilusionarme, no quiero planear y pensar que todo va a quedarse en eso: bonitos sueños de cuando podía soñar.

Lo peor es que no sólo me está destruyendo a mí, sino a quienes más amo. A quienes soportan mi mal humor, mi falta de fe, mi derrota. Me aterroriza pensar que será de ellos si el dragón acaba conmigo, no quiero que acabe con ellos también. El temor me invade..¿Cómo conocer los secretos del dragón para sobrevivir a su presencia?

Al leer este escrito, inconcluso y dañado por el tiempo, me sentí identificada con el caballero medieval.

Veo a las enfermedades crónicas muchas veces como un dragón de cuatro cabezas que habita en nuestro castillo, en una de las mazmorras. Se escapa y pasea por ahí sin control, haciendo daño a sus habitantes.

De las historias de dragones, una de mis favoritas es la de Eragon, escrita por un joven y llevada a la pantalla recientemente.

Eragón recibe un huevo de dragón y tiene que hacerse cargo de él toda la vida. Nadie puede suplir su responsabilidad, solamente ayudarlo con algunos consejos, acompañarlo en su proceso de descubrimiento de sí mismo y del comportamiento de la dragona hembra, llamada Zafira . A lo largo de la historia Eragón va comprendiendo que domesticar a un dragón es asunto difícil pero que puede generarle muchos beneficios.

La diabetes para mí es un dragón al que hay que domesticar.

En cuanto sale del huevo le aparecen 4 cabezas que desde el principio a niños y adultos causan terror: la culpa, la tristeza, la frustración-ansiedad y el enojo.

Inicialmente, los padres del chico o chica que reciben este huevo de dragón niegan que sea de ellos. Le preguntan a muchos sabios médicos, intentan acudir a mil lugares y obtener toda la información para desenmascarar el asunto y comprobar que ese huevo de dragón no les pertenece. Es muy doloroso pensar que tiene que convivir con un personaje tan terrible. Se escuchan muchas historias sobre la devastación que han generado los dragones como la diabetes, el asma o la discapacidad y lo que menos desean es que su hij@ pueda estar a merced de tan temible personaje.

Probablemente nunca puedan saber exactamente por qué ese huevo de dragón llegó a manos de su pequeñ@, de dónde surgió. Tendrán que aceptar que es así, que a su hij@ le toca convivir con este ser mitológico y milenario, aprender a domesticarlo y dominar el miedo que les ocasiona.


Cuando un caballero habla de un dragón la gente piensa que es una locura suya, por eso lo primero que se necesita es encontrar a personas que sepan de la existencia del dragón, que estén conviviendo con alguno. Unirse a un grupo de personas o familias que compartan la misma situación o condición crónica puede ser el inicio de hacerse consciente de la presencia del dragón y comenzar a conocerlo.

La diabetes ha sido mi compañera por 33 años y puedo decir que es un dragón muy complicado que necesitamos observar, leer sobre él y conocer sus reacciones ante nuestras acciones. Cuando un dragón así habita nuestro castillo nos obliga a cambiar las rutinas, a modificar los horarios, a tenerlo en cuenta en la dinámica de nuestras vidas. Es fastidioso y a veces parece omnipresente, metiche en todas las situaciones.

Los manuales detallados no valen mucho pues cada dragón es diferente. La reacción y requerimientos de cada chic@ ante la enfermedad es también particular. Cada persona debe conocer a su dragón y aprender a domesticarlo.

La imagen de los padres como protectores poderosos puede desvanecerse ante la presencia del dragón, porque ellos no pueden habitar el castillo, solo pueden visitarlo y animar al hij@ en el desarrollo de las habilidades que lo llevarán a ser capaz de convivir con este ser extraño. Los hij@s tendrán que madurar más pronto, animarlos a responsabilizarse por su salud antes que a otros chic@s que no comparten esta condición de salud.

Cuando a un caballero en la edad media se le encomienda una misión es porque se ha probado su valor y se sabe que es capaz de realizarla. Eso no le impide el miedo que acompaña su encomienda. El temor es compañero continuo en el asunto de tratar con dragones: no es su presencia sino su dominio el que paraliza.

Un chic@, por pequeño que sea, es capaz de gran valor a partir de saberse acompañado y animado a enfrentar al dragón. Los dragones llegan a quienes son capaces de domesticarlos.

En la diabetes, por ejemplo, requerimientos como la inyección de insulina, el chequeo de la glucosa, los análisis, el reconocer una hipoglucemia y protegerse son algunos de los asuntos que ocasionan más temor a los pequeños caballeros. Es cuestión de ir enfrentándose uno a uno ,acompañando con un abrazo, explicaciones y espacios para conversar sobre el temor y las dudas.

Sabemos, como adultos, que el dolor es también un personaje inevitable en nuestra condición de seres humanos. Nuestros hij@s adquirirán esa sabiduría a edad temprana y es una experiencia que también pueden compartir con otros chic@s que viven situaciones de dolor o enfermedad.

Podemos, como padres, equilibrar esos momentos difíciles con otros gozosos. Organizar ocasiones divertidas con los hijos, jugar más con ell@s, pasear por otras estancias del castillo y dejar un poco al dragón una vez que se haya atendido sus necesidades.

No hay cosa peor que a un caballero se le confunda con su dragón. Nuestro hij@ no es un “diabético” "asmático", "depresivo", "autista", etc. – esta condición o situación de vida no l@ define como persona- , es un chic@ que convive con su condición igual que lo hace con la alegría, con la danza, con el fútbol, con la gripe y con muchas cosas. El saberse libre de la presencia del dragón en otros aspectos de su vida es importante para ganar fuerza y enfrentarlo.

Te invito a que comentes tu experiencia como domesticador/a de algún dragón que haya llegado a tu vida y que me contactes si quieres ayuda para encontrar otras maneras para liberar tu vida de la influencia constante de los dragones.


Rosy, el ruiseñor



.

27 visualizaciones0 comentarios

Entradas recientes

Ver todo

Comments


bottom of page